sábado, 15 de agosto de 2009

teatro y vida

Ayer y hoy vi dos obras de teatro que, yo no sé si soy yo que por todos lados le ando queriendo encontrar explicación a la crisis existencial de turno o si fue esa magia de la vida que comunmente llamamos casualidad la que me llevó a verlas justo en este momento en que encajan tan bien... pero cada una, con sus respectivas diferencias, me llevaron a reflexiones muy similares.

La primera, ayer en la noche, "Yo, la pura", sobre una chavita que se lanza a los iunaites buscando el sueño americano y termina de prostituta. Desde una realidad muy concreta y paricularmente jodida, nos pone un espejo frente a la cara porque, hay que decirlo, en el mundo de hoy no es sólo el cuerpo lo único que se prostituye... de hecho, a mi juicio, es la forma de prostitución menos degradante que existe. En la búsqueda y la sobrevivencia, sin necesariamente darnos cuenta, podemos terminar prostituyendo demasiado... dejamos de creer y el sueño se ve anulado por la costumbre autómata de hacer "lo que hay que hacer". Cualquiera de nosotros puede terminar parado en esa esquina sucia, oscura, y sentirse atrapado sin ver nada más que eso, la oscuridad... y aún ahí cada quien es quien es, feliz, amargado, libre, preso... soñar para vivir y vivir para soñar termina diciendo al obra.

En lo personal me dejó mucho en qué pensar... el paso inexorable del tiempo que no perdona... seguir postergando - postergándose -, hasta que de pronto ya no hay nada que postergar... ya nomás se vive esperando la muerte. Y es cierto que la realidad se impone, para cada quien en su respectivo contexto y con sus respectivas posibilidades pero se impone, y puede ser aplastante... bien dice el sabio dicho popular que "la vida no es caldo de moronga". Pero aún así la naturaleza es cambio, y en ese cambio siempre hay, aunque mínimo, un margen de intervención, de decisión, que puede se muy sutil, aprovechado o no, y he ahí el dilema...

La segunda obra, "El círculo" del grupo Kaji´ Toj´, con un formato totalmente diferente, en la calle, también trata - o por lo menos para mí - de imposiciones, muertes, nacimientos, renuncias... Esta si me pegó durísimo, talvez que por ser tan abstracta la pude asumir mucho más facilmente o por la intensidad de las actuaciones o yo no sé, pero terminé llorando cual magdalena.

Aunque con una gran carga simbólica, todo ocurre en una realidad x que puede ser cualquiera... es la historia del mundo llena de conquistas y sometimientos, pero también puedo ser yo mismo enfrentando mis propias batallas. En un idioma x que no dice nada y dice mucho, porque al final no son las palabras las que importan, sino el diálogo universal de lo que "es", así, tal cual... que el colectivo kaji´ toj´ maneja impresionamente, con una fuerza y un poder para hacerte sentir lo que en ese momento están sintiendo, lo que en ese momento es... para quitarse el sombrero.

Y ¿cómo se vinculan las obras con lo que estoy viviendo ahora?, pues que de un rato para acá me siento como dividido, como que hay una parte de mí que ha sido negada durante mucho tiempo porque la vida, a veces por decisión y a veces por imposición, me tiene ya sumergido en una dinámica de sobrevivencia (en todos sentidos: económica, humana, social) que no tiene nada que ver con mi esencia más profunda... de pronto me siento muy melancólico, recordándome no solo de lo que por mucho tiempo quise ser y hacer, sino de mi forma de sentir el mundo y de interpretarlo en ese entonces... que hoy - con sus días mejores y peores - se va limitando más que nada a lidiar con él.

Ya sé que sueno patéticamente pesimista, pero no es tan así. Yo al contrario, estos momentos los vivo con una felicidad intensa (que puede ser dulce o amarga), porque es como que todo se me revelara derrepente y ese margen de acción se vuelve más ancho, y entonces ya solo se trata de no dejar ir el momento otra vez, decidir qué es lo que quiero de mi vida y atreverme a hacerlo... nunca es tarde para retomar el camino abandonado o para tomar uno nuevo, sin pensar demasiado, cerrando los ojos para caminar y mantener el equilibrio sobre la cuerda floja, hacerle caso al corazón y dejar que fluya el sentimiento, y entonces, poco a poco, la cabeza volverá a encontrar su lugar.

1 comentario:

Unknown dijo...

me encanto este escrito, creo hay momento donde el universo parece gritarte por todos lados y te pone espejos en todas las esquinas...