sábado, 5 de febrero de 2011

¿Porqué el Mono?

La consternación no pasa. Hoy en la mañana me desperté y mi primer pensamiento fue “mataron al Mono”. Quién sabe cuánto tiempo pasará para que lo termine de creer. Poco a poco uno se acostumbra a las ausencias, pero cuando alguien es arrebatado así, sin sentido, violentamente, no hay tiempo que lleve a la aceptación.

El golpe está dado, no solo lo mataron a él; mataron un pedazo de corazón de la gente cercana, mataron un poco de esperanza de los muchos que lo admiramos, mataron un poco de las ganas de seguir luchando por este país. El golpe está dado.

No puedo dejar de pensar en la posibilidad de que esto sea parte de algo más grande y siniestro. Hace menos de un año fue brutalmente asesinado Lisandro Guarcax, gran artista y guía espiritual Kaqchikel; hecho que conmocionó a todo el sector artístico y cultural del país, y a otros sectores también. Tenía 32 años.

Ahora Víctor Leiva “el Mono”, cobardemente asesinado por la espalda. A sus 24 años era ya un símbolo del movimiento artístico y cultural de Guatemala. Miembro de Caja Lúdica, de Trasciende, articulador de muchas redes de jóvenes que, con mucha energía y empeño, luchan por hacer de su mundo y del mundo, un lugar más humano.

El genocidio es cualquier acto tendiente a destruir, total o parcialmente, a un grupo determinado. Se puede perpetrar a través del exterminio de sus miembros o mediante la desaparición o asesinato selectivo de sus líderes, de las mujeres que dan vida. Crear terror en el grupo, golpearlo, desarticularlo, llevarlo al punto de la extenuación hasta que deje de existir como tal.

En una sociedad profundamente debilitada, confrontada, sin capacidad de ponerse de acuerdo alrededor de intereses de nación; los movimientos artísticos, lúdicos, la cultura en general, se han constituido en una esperanza de unir, de hermanar. Eso toca intereses que se benefician de esta situación de caos. Sin políticas de nación, sin un pueblo con la capacidad de poner un alto, los recursos de nuestra tierra se seguirán vendiendo por limosnas ridículas, la mano de obra de nuestra gente a cambio de una sobrevivencia indigna.

¿Quién se beneficia de todo esto? ¿Quién mueve los hilos? Muy probablemente las respuestas a esas preguntas comiencen en nuestro patio trasero y se extiendan hasta mucho más allá de nuestras fronteras. Ahora la atención está en desenmarañar el genocidio ocurrido durante la segunda mitad del siglo pasado, y es importante. Pero yo me atrevería a decir que hoy estamos viviendo una nueva forma de genocidio, están matando la semilla! Habría que volver los ojos también a lo que está sucediendo hoy.

He escuchado gente hablando de alejarse “de esta mierda”, de éxodos masivos, pero no creo que eso resuelva nada, por lo menos a mi en particular. En otras latitudes, los síntomas de esta enfermedad mundial se viven de manera diferente: vacío, indiferencia, superficialidad, frialdad, etc. Tampoco los envidio. Cualquier ser humano consciente, en cualquier lugar, se siente afectado por lo que pasa en estas sociedades “del tercer mundo”, que somos el último eslabón de la cadena. Yo sigo aquí y me resisto a darme por vencido.

Foto de Bernardo Euler

sábado, 29 de enero de 2011

violencia por aquí y por allá

Hace unos días fui a cenar a un lugar en el centro con un grupo de amigos salvadoreños. En esas estábamos cuando se oyó un desmadre en la calle. Salimos a ver y eran un par de policías dándole una golpiza a un chavo. Me acerqué a preguntarle al que vi menos excitado que porqué lo golpeaban, la respuesta fue que porque andaba robando. - Entonces - le dije amablemente, - ¿porqué no se lo llevan detenido y ya? yo no veo que se esté resistiendo a la detención -. Ya con un poquito más de prepotencia policial y un toque de sarcasmo, me preguntó si era mi familiar... y luego se lo llevaron.

De vuelta al restaurant me quedé masticando la impotencia de no haber hecho nada más, dándole vueltas y vueltas, pensando que al final son lo mismo, solo que unos con uniforme y otros sin. Hasta los mirones que no hacen más que satisfacer su morbo, técnicamente están delinquiendo al ser testigos de un delito y no denunciar (lo cual trataría de comprender si no me pareciera aberrante el placer con que disfrutan en familia del show)

Al día siguiente fui al banco a depositar un par de cheques a mi cuenta, del mismo banco, y uno me lo rechazaron porque no tenía fondos. Resulta que, además de cobrarle Q. 125 a la persona que me giró el cheque, me cobraron otros Q. 10 a mi por "gastos administrativos". Me quedé estupefacto. Ayer me reintegraron ese dinero, luego de haber llamado al departamento de quejas para patentizar mi absoluto rechazo a su nueva política. Quiere decir que son conscientes del abuso que cometen, tanto que si la víctima se queja, lo reponen sin mayor trámite. ¿Y los que no se quejan?

Y así podría seguir dando ejemplos de los miles de atropellos que ocurren cotidianamente, en todos los ámbitos. Para qué mencionar a los delincuentes "de cuello blanco": políticos, empresarios, "líderes" de diferentes sectores, gente influyente que saca provecho de sus circunstancias para abusar cual vil violador del que se encuentra fuera de esas esferas.

Vivimos en un sistema que promueve y justifica la trampa, el engaño, el abuso, como medios para alcanzar al "éxito". Nada nuevo. Donde se satanizan grupos, generalmente pobres y marginados, responsabilizándoles de todos nuestros males; pero donde al mismo tiempo se permite solapadamente cualquier tipo de cabronada, siempre y cuando ocurra en el marco del sistema socialmente aceptado. Eso es violencia, delincuencia.

Mientras no reconozcamos esos lastres sociales en su transversalidad, como paradigmas de nuestra cultura, y dejemos de poner todo el peso en el último eslabón de la cadena; creo que nunca llegaremos a vivir en el mundo ese en el que varios soñamos. Donde podamos vivir tranquilos y seguros. Donde podamos confiar en vez de andar con la paranoia de que te van a meter el gol por donde menos te lo esperas.

Yo, lo único que puedo hacer, es comprometerme a ser más consciente de mis acciones.