viernes, 20 de junio de 2008

herencias

Ayer tuve una epifanía. Estando en la casa de mi hermana, después de una ardua jornada etílica en el antro de costumbre, nos pusimos a platicar cosas de borrachos. Cecilia y yo somos, a los ojos de los demás, una parejita de hermanos bastante peculiar. Algunos han pensado que somos novios, otros que somos gemelos, y algunos otros, después de un buen tiempo de conocernos, exclaman -aah! ustedes son hermanos?-, en fin...

Volviendo a lo del momento de iluminación ese, resulta que entre cosa y cosa terminamos hablando sobre los parecimientos entre nosotros y nuestros padres. Y he ahí la manifestación de vida: después de pasar buena parte de mi existencia haciendo mis mejores esfuerzos por parecerme a mi padre, o por reafirmar según yo las cosas que me identifican con él; me dí cuenta, con ayuda de la interlocución con mi hermana, que a quien verdaderamente me parezco, en esencia, es a mi madre!!!

Prueba de estas "afinidades" existentes, es que Cecilia siempre ha tenido más choques con mi padre, y yo los he tenido con mi nana... la pura negación de lo que, en el fondo sabemos, somos nosotros mismos, jeje... (además, muy en complejo de Edipo, cuando era chiquito le decía a mi madre que de grande me quería casar con ella).

Todavía me cuesta un poco de trabajo aceptar que en vez de ser -repito, en esencia- el ser analítico, racional, megaintelectual y demás que es mi padre, tiro más hacia la sensibilidad y profundidad new age de mi madre (que no deja de ser analítica...). Y no es que me parezca malo, porque de hecho muchas veces ella me ha parecido más sabia en las cosas de la vida, de la humanidad, que mi padre, cuya inteligencia emocional he puesto en duda en infinidad de ocasiones. No sé, talvez soy, y todos somos, un "crisol" de nuestros progenitores, porque sin duda hay un poco de uno y un poco de otra, aunque la balanza pese más de un lado determinado...

Me parece un poco frickeante la idea de que los seres humanos seamos tan predecibles, y que el punto de partida sean nuestros propios padres!!! (ya sé que eso está plenamente demostrado por la psicología, la ciencia y demás, pero es diferente cuando lo interiorizas, y más aún estando borracho); pero por otro lado, el hecho de poder observar rasgos tuyos desde fuera, definitivamente te ayuda a entender muchas de tus manías, virtudes y defectos...

Pero bueno, todas estas reflexiones que comenzaron en una noche de copas, me han ayudado a tomar una decisión trascendental: dejar de pelear tanto con la imagen de mis padres y estudiarlos minuciosamente, quién sabe si todavía estoy a tiempo de corregir parte de su herencia que me pesa, y de potenciar parte de sus incontables virtudes!!...

viernes, 13 de junio de 2008

Concha Buika

No es que quiera volver con nadie, pero cada vez que veo este video se me pone la piel chinita! La querida amiga Aída me presentó hace poco a la Concha Buika, con lo que me encantan las divas... me cayó como anillo al dedo en estos tiempos lluviosos y melancólicos...

lunes, 9 de junio de 2008

días de lluvia

En las temporadas de lluvia pueden descubrirse muchas cosas, o por lo menos así me pasa a mí.

La primera: las filtraciones de agua a través del techo tipo cielo falso -que le dicen- y a través de las paredes, SÍ EXISTEN!!!... y no estoy hablando de goteritas aisladas por acá y por acullá, estoy hablando de un diluvio interior, de toallas en el piso, del pobre de mí trapeando y exprimiendo todos los días, tirando cubetas llenas de agua, deshabitando la sala, de la pintura de las paredes toda chorreada, del contacto con agua amarillenta que cae del techo -guajj!!-.

Segunda: hay dos tipos de automovilistas mayoritariamente: unos) aquellos que andan por las calles tragando camote, y doses) aquellos que son unos verdaderos hijos de puta; y la cosa en común que une a unos y a doses es que cualquiera de ellos te baña de pies a cabeza con agua encharcada de calle puerca cuando vas caminando por la banqueta haciendo tu mejor esfuerzo por correr rápido de techito en techito. Yo no sé qué $%"·%&%=%$· les pasa, pero definitivamente parece que nunca en la vida les hubiera tocado estar en los zapatos del peatón, o que en efecto alguna vez les tocó y les fue tan mal que tienen sed de venganza!!!

Tercera: ahora sí que no importa que llueve, truene o relampaguee, la mara no deja de salir a echar fiesta!. He visto quienes se excusan del trabajo inventando alguna enfermedad peligrosamente contagiosa, quienes dejan de visitar a la familia y amigos e incluso, quienes prefieren pasar hambre antes de salir a exponerse a las inclemencias del clima; pero eso sí, los antros de perdición no pierden clientela, así estén al aire libre... me pregunto si será una cuestión de vocación, de compromiso, o simplemente si el mismo encierro provocado por las lluvias acelera la cosquillita esa que muchos empezamos a sentir desde que nos levantamos de la cama el viernes por la mañana.

Cuarta: Después de la tormenta viene la calma!

Quinta: Cada vez que termina de llover todo se limpia: el cielo se despeja, los edificios se ven relativamente limpios, la gente misma en la calle pareciera haber sido purgada después de un aguacero, hasta la actitud se siente un poquito más limpia... no sé si tenga mucho sentido o talvez simplemente me gusta el momento ese en que termina de llover, pero para mí que todo pareciera estar más claro!

Sexta: Las sombrillas o paraguas que venden en la calle al módico precio de Q. 15 no sirven, o son desechables. A algunas, al igual que en mi apto, se les cuelan las goteras por todos lados; otras, al primer ventarron característico de algunos tipos de lluvias, se les doblan todos los alambres y se te voltean, dejándote completamente expuesto; y de todas maneras tampoco duran demasiado porque se pierden, las termina uno dejando en cualquier lado, se la prestas a quien sé yo, en fin... no sé, talvez he tenido mala suerte.

Séptima y última: No importa qué tan mal le pueda ir a uno durante las lluvias, siempre hay alguien a quien le va peor. Me pongo a pensar por ejemplo en la gente que vive en el interior del país o en los barrancos, en las zonas de riesgo, donde la montaña se les viene encima y se lleva sus casas o incluso a ell@s mism@s. Los lugares donde verdaderamente todo se inunda hasta arriba de las rodillas o más arriba; o la gente que tiene que dormir en la calle, que ya de por sí se los lleva candanga (como los de la pequeña comunidad de enfrente del edificio donde vivo en la sexta). No es, para nada, ningún tipo de consuelo, es más bien cierta empatía de alguien que después de pensar un poco en eso se da cuenta de los pocos motivos que tiene para quejarse... en fin.